Una encuesta reciente acerca de las creencias religiosas de los estadounidenses reveló, entre otras cosas, que:
- El 59% de los protestantes cree que Dios acepta el culto de todas las religiones
- El 35% de los protestantes cree que la Biblia contiene mitos y relatos útiles, pero ficticios
- El 54% de los protestantes cree que cada cual puede interpretar la Biblia como quiera
Si bien encuestas como esta no son exhaustivas, sí exponen tendencias alarmantes en la iglesia cristiana en general, y particularmente en las comunidades protestantes. Tanto el inclusivismo como el relativismo religioso se han vuelto creencias aceptadas dentro del cristianismo, a pesar de que el cristianismo es en sí una religión exclusiva (Deut. 6:4; Jn. 14:6; 1 Cor. 8:6). También es un fenómeno común que aquellos que se hacen llamar cristianos descarten la inerrancia e infalibilidad de la Biblia, y por lo tanto la autoridad de ella sobre sus vidas.
El panorama religioso en Latinoamérica
¿Son estas tendencias norteamericanas un reflejo del panorama teológico de Latinoamérica? Si no lo son ya, probablemente lo serán. Como hemos visto a lo largo de la historia, la cultura latinoamericana a menudo sigue la dirección general de la cultura en Norteamérica. Además, aunque las estadísticas son útiles, no las necesitamos para saber que estamos viviendo en una cultura con tendencias inclusivistas, teológicamente hablando. Simplemente es cosa de notar cómo el catolicismo ha sintetizado el cristianismo con el humanismo. En este contexto, vale notar que, a menos que se trate de cambios radicales (como en el caso reciente de Colombia), la iglesia cristiana tiende a quedarse en silencio. Cuando se trata de proteger la vida y preservar los valores familiares, la iglesia ha salido a la defensiva. Pero cuando se trata de cultivar una cultura que glorifique a Cristo, la iglesia a menudo ha tomado una actitud pasiva.
Regresando a la Escritura
Hace poco me reuní con un pastor en mi localidad para discutir estos hallazgos y lo que significa para nuestra iglesia y la cultura pública. Estábamos de acuerdo en que la cultura occidental se había deteriorado debido al cambio en el orden social, pero no estábamos de acuerdo en cuanto a la causa de ese deterioro. Le pregunté, “¿No cree usted que una de las razones por la que nuestra cultura está como está hoy es porque la iglesia no ha estado enseñando todo el consejo de Dios?”. Aunque no me lo esperaba, su respuesta me dejó atónito: “¿Y cuál es ‘todo el consejo de Dios’? Ni siquiera podemos estar de acuerdo en esto. Los bautistas tienen su respuesta, los metodistas tienen su respuesta, y así con los presbiterianos, los pentecostales, y todos los demás”.
Si ni los pastores, líderes, y maestros cristianos reconocen la autoridad de la Palabra de Dios, ¿qué podríamos esperar de sus congregaciones?
Todo el consejo de Dios
¿Cuál es el todo consejo de Dios, entonces? En contra de la opinión pública, ‘todo el consejo de Dios’ no se refiere solamente al ‘consejo’ que Dios le da al individuo en términos de salvación personal. Es cierto que sin ‘salvación personal’ no puede haber un evangelio, pero el evangelio no termina ahí, porque el cristianismo no es una religión privada. La redención y renovación del hombre por causa del evangelio no se limitan a la vida espiritual del individuo, como si hubiera una desconexión entre el individuo y sus actividades terrenales. La redención del hombre fluye en todo lo que hace. Hay mucho más en el evangelio que la ‘salvación personal’. Como dice Joseph Boot en Gospel Culture:
El evangelio cristiano es una visión particular de la cultura—de hecho, el evangelio es una cultura, porque está centrado en la adoración del Dios viviente, a través de Jesucristo, y la entronización de Cristo como Señor sobre el corazón, la mente, el alma, y la fuerza de cada creyente… el evangelio forma una nueva cultura… [y] restaura el hombre a la verdadera cultura, la cual es el reino de Dios.
En un tiempo de opiniones contradictorias sobre cuestiones secundarias dentro de las denominaciones cristianas ortodoxas, ‘todo el consejo de Dios’ no se vuelve esquivo y difícil de determinar, como cree mi amigo. Aunque existe diversidad legítima dentro del cuerpo de Cristo, esto no destruye el testimonio bíblico de ‘todo el consejo de Dios’ como la palabra de Dios contenida en la totalidad de la Biblia, ni se nos excusa de aplicarla porque tenemos diferencias sobre las liturgias y los modos de bautismo. Por ejemplo, si dos hermanos en la fe estuvieran en desacuerdo sobre si un hombre debería ser bautizado en su infancia, o más tarde en la vida al confesar la fe, de todas maneras estarían de acuerdo en que todo el consejo de Dios permanece sin cambios, que el bautismo es un sacramento cristiano (Mt. 3:13-17; Hch. 2:38; Ro. 6:3-4). De la misma manera, las iglesias pueden estar en desacuerdo sobre las metodologías evangelísticas, pero estarán de acuerdo en que no cambia el hecho de que hemos sido llamados a ir y hacer discípulos de todas las naciones (Mt. 28: 18-20).
Es cierto que debemos tener mucho cuidado en cómo interpretamos pasajes bíblicos, entendiendo que aunque la Biblia es infalible, nosotros no lo somos. Nuestros desacuerdos de interpretación, sin embargo, no pueden cambiar la revelación de Dios, pues esta sigue siendo verdad independientemente de la opinión del hombre, y es por la iluminación del Espíritu Santo que podemos llegar a su verdadero significado objetivo. A fin de cuentas, no son nuestros pensamientos los que dan forma al significado de la Escritura; más bien, es el significado de la Escritura la que debe dar forma a nuestros pensamientos.
¿Es Latinoamérica postcristiana?
Enseñar todo el consejo de Dios es enseñar toda la veracidad de la palabra inspirada, infalible y autoritaria de Dios, y cómo se relaciona a cada área de la vida. Es, como escribe el pensador cultural Andrew Sandlin en su libro The Full Gospel, “el descubrimiento de las verdades bíblicas y la aplicación de las verdades bíblicas a todos los aspectos de la vida”. Es cierto que nosotros, como pueblo, hemos presenciado un cambio en el orden social, un alejamiento de la autoridad bíblica, y un resurgimiento del humanismo pagano, y que la salud y la fidelidad de nuestra iglesia han visto días mejores. No obstante, al considerar que la herencia religiosa de Latinoamérica no era consistentemente cristiana, sino más bien una síntesis del cristianismo y el humanismo, hay esperanza —una gran esperanza— de que nos espera un amanecer más brillante: la plena realización del reino de Dios. Boot continúa: “Creo que es [cierto], que no estamos en una era post-Cristiana, sino pre-Cristiana… la historia del mundo sigue avanzando hacia la mañana de la renovación del evangelio, no cayéndose en la noche de desesperación”.
Armados con tal esperanza, entonces, volvamos en obediencia a proclamar y aplicar todo el consejo de Dios, poniendo nuestros hombros al arado en servicio a Jesucristo, nuestro Rey soberano, y cultivando la creación de Dios para que refleje el carácter de Dios y le dé gloria.