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La relación entre la Iglesia y el Estado (1/3)

Como creyentes debemos conocer, bíblicamente, cuál debe ser la relación entre la iglesia cristiana y el Estado. En el Antiguo Testamento vemos una teocracia en el pueblo de Dios, una estrecha relación entre la clase sacerdotal y las familias reales. En el Nuevo Testamento vemos un panorama diferente. Mientras la iglesia se extendía en el Imperio Romano, los cristianos debían aprender a relacionarse con autoridades paganas. Lo mismo ocurre hoy en día. La mayoría de países en el mundo no se fundamentan en una cosmovisión cristiana, por lo cual, los cristianos debemos conocer, a la luz de la Biblia, nuestro rol en relación con estos gobiernos no cristianos.

Por esta razón es importante hablar de la ética cristiana en la política, es decir, de la ética del Evangelio en la política. Para entender mejor este término, recordemos que ética es el conjunto de normas que rigen una sociedad o comunidad. Cuando hablamos de la ética del evangelio, hablamos de este como nuestra norma de vida, del evangelio en nuestras acciones diarias. Para todo creyente la Escritura es su ética. Así como hay una ética del evangelio para la familia, el trabajo, la iglesia, etc., abordaremos el tema de nuestra ética de cara al Estado y la política, lo haremos a través del capítulo 13 de la Carta a los Romanos.

Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación. Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, pues es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues ministro es de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo. Por tanto, es necesario someterse, no sólo por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto también pagáis impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados precisamente a esto (Rom. 13:1-6).

Para hablar de los principios éticos del evangelio contenidos en este texto, es importante contextualizarlo. Esta carta fue escrita a los cristianos que vivían bajo el Imperio Romano, donde los emperadores eran adorados como dioses. Por esta razón los cristianos eran perseguidos, porque no participaban de esto. Eran acusados de ateos y herejes, ya que adoraban a Jesús como Dios, por sobre toda autoridad. Por eso Pablo les escribe para reafirmar que Jesús es el único soberano, al cual nos debemos en servicio y adoración. En ese marco, en el capítulo 12, Pablo habla de la función de la iglesia, y luego, en el 13, de la función del Estado. Aquí desarrolla 4 principios fundamentales sobre la relación que hay entre ambas instituciones, los cuales deben normar nuestra ética o comportamiento de cara a la política. En esta primera parte abordaremos los primeros tres, y en la segunda parte hablaremos del cuarto.

a) El principio fundamental del Gobierno es la fuerza

Un gobierno posee la estructura y el derecho legal para ejercer la fuerza a fin de que los ciudadanos cumplan las leyes; por eso dice en el versículo 4 que lleva la espada, porque es una delegación de Dios. Si un gobierno no puede coaccionar a sus ciudadanos para cumplir las leyes, pierde gobernabilidad.

b) Toda autoridad terrenal es delegada, no absoluta

Solo Dios es soberano sobre toda creación. Él es quien tiene el poder y la autoridad absolutos. Por tanto, solo Él puede constituir y delegar autoridades terrenales. Toda autoridad terrenal depende y está sujeta a Dios, por lo cual el ejercicio de su autoridad no responde a la voluntad del pueblo necesariamente, sino que sirve al pueblo obedeciendo la voluntad de aquel que lo delegó: Dios; y debe responder ante Él por sus acciones. Ninguna autoridad humana es absoluta, ni es para siempre, sino que ha sido puesta por Dios para cumplir funciones específicas.

c) La autoridad del Gobierno es determinada por Dios, no por los hombres

Bíblicamente el gobierno tiene 3 funciones principales: la más importante es proteger a las personas del mal y preservar la vida y la dignidad humana, promover el bien y castigar el mal. La segunda es proteger la propiedad privada, (desde el Antiguo Testamento vemos que Dios dio tierra a las tribus, y el rey y la Ley protegía la distribución de esa propiedad); y tercero procurar la justicia en todo tipo de relación.

Por estas tres funciones en la Biblia a los gobernantes se les llama “siervos de Dios”, porque se supone que, aunque no sean creyentes, las autoridades de un país deben emitir leyes que promuevan la justicia de Dios (no la de sus partidos e intereses), conforme al orden de la creación y a lo establecido por Él en su Palabra. Por eso el texto de Romanos 13 no habla de si los gobernantes son creyentes o no, porque el gobierno no está para gobernar a la familia, ni a la escuela, sino para proteger el bien y reprender el mal, tal como han sido definidos por Dios.

Cuando un gobierno civil se aleja de estas funciones y busca querer controlar o gobernar las otras esferas que Dios ha creado: la iglesia, familia, el arte, la ciencia, etc.; está abusando de su poder y pierde legitimidad ante los ojos de Dios. Esta es la esencia de la separación entre el Estado y la iglesia.

Un Estado comete abusos cuando trata de definir a la familia, el matrimonio, la iglesia, qué debe predicarse, o cómo organizarse; porque esto Dios ya lo definió en su Palabra. El Estado no está para gobernar tu familia, sino para protegerla y refrenar el mal que quiere atacarla. Hasta ahí llegan las competencias del Estado en la Biblia, ese es su límite.

Al igual la iglesia. La iglesia cristiana es una institución creada por Dios para hacer discípulos de Cristo, no por medio de la fuerza o espada, sino por medio de servir el evangelio. La iglesia no debe pretender que el Estado se comporte como ella, ni el Estado debe pretender gobernarla, sino que está obligado por Dios a garantizar su libertad y protegerla de sus enemigos. Por otro lado, es obligación de la iglesia orar por sus autoridades y someterse a ellas cuando emitan leyes que procuren el propósito de Dios; y ser la conciencia moral de las mismas, reprenderlas cuando no hacen bien.

Al Estado no le corresponde predicar, así como a la iglesia no le corresponde gobernar el mundo. Ambas autoridades han sido creadas por Dios, pero con funciones diferentes, y deben servirse y complementarse mutuamente.