Sobre el Discipulado
¿Cómo debemos discipular? ¿Por qué debemos discipular? Lo que debería ser tan obvio ha sido olvidado e ignorado.
¿Cómo debemos discipular? ¿Por qué debemos discipular? Lo que debería ser tan obvio ha sido olvidado e ignorado.
¿Cómo debemos evangelizar? ¿Por qué debemos evangelizar? Lo que debería ser tan obvio ha sido olvidado e ignorado.
Además de la ley escrita en sus corazones, recibieron un mandato de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal; y, mientras lo guardaron, fueron felices en su comunión con Dios y tuvieron dominio sobre las criaturas.
Después que Dios hizo todas las demás criaturas, creó al hombre, varón y hembra, con almas racionales e inmortales, haciéndolos aptos para esa vida para Dios, para la cual fueron creados; siendo hechos a imagen de Dios, en conocimiento, justicia y santidad de la verdad.
En el principio agradó a Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo, para la manifestación de la gloria de Su poder, sabiduría y bondad eternos, crear o hacer el mundo y todas las cosas que en él hay, ya sean visibles o invisibles, en el lapso de seis días, y todas buenas en gran manera.
La doctrina de este profundo misterio de la predestinación debe ser tratada con especial prudencia y cuidado, para que los hombres que estén prestando atención a la voluntad de Dios revelada en Su Palabra y estén rindiendo obediencia a esta, puedan, por la certeza de su llamamiento eficaz, estar seguros de su elección eterna.
A aquellos de entre la humanidad que están predestinados para vida, Dios los ha escogido en Cristo para gloria eterna, solo por Su libre y gratuita gracia y amor, sin que ninguna otra cosa en la criatura, como condición o causa, lo moviera a ello.
Por el decreto de Dios, para la manifestación de Su gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados o preordinados para vida eterna, por medio de Jesucristo, para alabanza de la gloria de Su gracia.
Dios, desde toda la eternidad, por el sapientísimo y santísimo consejo de Su voluntad, ha decretado en Sí mismo, libre e inalterablemente, todas las cosas, todo lo que llega a suceder.
Si tuvieras que examinar todos los títulos del género de “autoayuda”, probablemente podrías comenzar a ver cómo la “sabiduría” del mundo se ha compartido de cultura en cultura, de idioma en idioma, de época en época, y ha convergido en este género como un desastre pegajoso de una mezcolanza.